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lunes, 17 de enero de 2011

Inmortal, nacimiento sangriento




“Así hace el hombre que un amor encuentra:
Cree que es libre aun, pero esta atado.”
Paúl Heyse


 Nacimiento sangriento

Siempre fui un muchacho imprudente, con una lengua filosa, capas de escupirle la cara al mismísimo rey, jamás me doblegue a nadie. Era un verdadero patriota, me aliste en la primera guerra mundial que en su momento le llamábamos la gran guerra, tuve una corta pero eficaz carrera militar. Era un hombre pero, todavía tenía la apariencia de un joven de 18 años, mi madre murió cuando estaba en combate y mi padre fue un maldito infeliz que abandono a mi madre cuando todavía habitaba en su vientre. Talvez ese fue el motivo principal del porque nunca reconocí a ninguna autoridad. Si hubiera sido mas humilde y no tan orgulloso, si tan solo hubiera escapado en ves de meterme en donde no me llamaban podría haber salvado mi alma.
Era mi descanso, la noche estaba bellísima y la luna llena era una dama plateada con un aro rojo que bordeaba sus esquinas. Unos compañeros del ejército me invitaron a tomar unos tragos en una pequeña cantina. Jamás había bebido en mi vida ya que entre al ejército mintiendo sobre mi edad apenas llegaba a los 18 años y todos mis compañeros aunque tenían un rango menor que yo todos me superaban en edad. Me embriague hasta la medula y Salí solo de aquel bar, tenia la vista borrosa y difícilmente me mantenía en pie. Salio de un callejón una mujer que parecía una beldad, con piel de porcelana, un cuerpo fabuloso, tenia ojos negros con ojeras bien marcadas, el cabello dorado le caía hasta la cintura, lucia un vestido de época color rojo sangre, me hizo señas con la mano indicándome que deseaba mi compañía. Estaba tan ebrio, tan estupido era que me acerque a la mujer. Había algo maligno en la manera que me miraba me sonrió y dejo al descubierto unos dientes perfectos pero, lo que me llamo la atención es un juego de ocho colmillos como si fueran los de un animal que sobresalían de su boca. Me asuste pero estaba totalmente inmovilizado, no iba a huir de una mujer y me quede.
   -  tengo hambre soldado y tu olor es embriagador.
De pronto apareció detrás de mí, intente sacudirme su cuerpo cuando se trepo a mi espalda pero ya era tarde, me rompió algunos huesos y sus dientes afilados me desgarraron la piel. Sus manos congelaban mi cuerpo, perdía lentamente la vida y también mi sangre. Luego me tomo entre sus brazos y desprendió un pedazo de su piel, me acerco su muñeca y me dio a beber de su sangre, absorbí ese liquido escarlata y luego me soltó.
 Me dejo en ese sucio callejón para que muriera, lo ultimo que recuerdo son sus ojos escarlatas y su mirada endemoniada, sonrió con su boca goteando mi sangre lamió el contorno de sus labios y se marcho dejando en mis oídos retumbar su carcajada maligna.
Un dolor insoportable invadió mi cuerpo, sentía que me quemaban vivo, que despedazaban mi cuerpo, que me clavaban miles de espadas en mi extremidades, que me llenaban de plomo, ningún dolor es suficiente para describir lo que sentía en esos momentos de agonía. No se cuanto tiempo paso pero el dolor se calmo y ya no sentía, absolutamente nada, una oscuridad inmensa me invadió. Me arrastraba a lo mas profundo el pánico invadía mi ser, no podía respirar, esto era mas perturbador que el campo de batalla, en esta oscuridad no sabia a quien debía combatir ni si tenia fuerzas para enfrentarme al enemigo. ¿Estaba muerto? Eso parecía no había nada que me recordara que estaba vivo.
Luego paso la oscuridad y un fuego comenzó a quemar todo mi cuerpo, como si me cocinaran vivo. “Matadme, por favor necesito morir no soporto mas este dolor.” Pero, todavía la lógica no me abandonaba sabia que nadie iba escuchar mi suplica, talvez ya había muerto y este era el infierno, mi castigo por haber matado a personas en el campo de batalla.
 Para mi solo eran peones que había que destruir para ganar mi libertad y hacer un jaque mate al rey al que me revelaba y repudiaba.
El fuego era abrasador no entendía porque pero todavía seguía rostisandome en el propio flujo que emanaba mi cuerpo, mas fuego mas dolor, mas agonía para mi cuerpo, el dolor hizo que olvidara hasta mi nombre. Mas no me encontraba a mi mismo a estas alturas ya debería ser un objeto achicharrado apunto de convertirme en cenizas. ¿Habría un final para esta agonía? ¿Una luz al final del camino? Mejor no concebir esperanzas vanas.
Mi corazón, volví a conectarme con el sentía que golpeaba con fuerzas mis costillas, latía desbocado podía escuchar el debate interno en mi cuerpo. Libraba una batalla con fiereza contra el fuego.
 La quemazón iba desapareciendo lentamente de mis extremidades pero, ahora el fuego se concentraba en mi último órgano vivo. Mi corazón perdía terreno y el fuego no retrocedió ni un centímetro. Tartamudeo un par de veces y el fuego se regocijo en su victoria. Zumbo como las alas de un colibrí y se fue directo a su ultima cabalgata, se partió mi pecho en dos y mi corazón desapareció de mi cuerpo sin vida, el fuego se extinguió por completo y mi corazón latió por ultima vez.
Abrí mis ojos y lo vi todo. El primer amanecer de mi vida inmortal, me sentía realmente fuerte capas de volver polvo a esta ciudad, mi piel brillaba como si estuviera echa de miles de prismas, era un ser hermoso, me creí un dios.  Observaba cada mínimo detalle del callejón, las grietas en el piso, las pequeñas motas de polvo concentradas en cada  rincón del sucio lugar, los olores el olor del empedrado, de la mugre en si, del moho que subía por la pared, mis pulmones no necesitaban el aire pero igual respiraba, por el solo hecho de sentir el ambiente que me rodeaba, el sonido era mucho mejor oía cada mínima criatura que habitaba el callejón o mas allá de el, hasta podía escuchar las pisadas de las ratas, incluso de las cucarachas que rondaban el lugar.
Un charco de agua me devolvió mi imagen mi piel era pálida y brillaba como un arco iris y unos terribles ojos escarlatas remplazaron los míos. No era yo no encontraba rastros de mi rostro como si hubieran tallado mi cara en mármol. Mi cabello caía desprolijo en irregulares mechones dorados y por fin encontré algo que me recordaba a mi mismo la forma almendrada de mis ojos.
Una sed insoportable quemaba mi garganta, como si hubieran pegado una plancha caliente a mi piel.
Un olor capto mi atención y me oculte en una vieja manta para salir, en la esquina del viejo callejón un vagabundo se acurrucaba, el flujo de la sangre que corría por sus venas era tentador, lo veía todo rojo, solo pensaba en el latir de su corazón.
Me acerque lentamente hasta llegar a estar unos pasos de el, lo tome por sorpresa y no dude en el momento de clavarle mis colmillos, su piel se desgarro con facilidad tenia un sabor delicioso su vida llegaba a cada centímetro de mis ser, la sangre que fluía bajo su piel era un manjar digno de un dios. Emitió un chillido débil, y me recordé a mi mismo lleno de terror y remordimiento por lo que había hecho, solté su cuerpo desvanecido y me aleje de el.
Me oculte en una casona abandonada del sol, y una voz interrumpió mis pensamientos. “parece que después de todo sobrevivió.”
-          ¡por supuesto que sobreviví maldita mujer!
-          ¿puedes leer mis pensamientos?  - “fascinante” pensó la mujer regocijada en su nueva adquisición ¡era un maldito objeto para ella!
-          Creo que si ¿Quién demonios eres y que me has hecho?
-          Soy Mary ann y soy tu nueva madre y  te traje a esta vida de inmortalidad.
La mujer pensaba en mi olor cuando me encontró y solo pensó en llevarse algo caliente a la boca, me enfurecí era solo un bocado para ella. Y lo demás que pensó fue peor, me transformo por aburrimiento.
Le tome del cuello, deseaba pulverizar su cuerpo con mis manos;  me sonrió y se escabullo de entre mis dedos, se movió a tal velocidad que sus pies parecían no tocar el suelo. Llego con facilidad al otro lado de la habitación, se apoyo en el barandal de una escalera a metros del suelo. Me sonreía y examinaba mi cuerpo a distancia. Yo sacaba conclusiones sobre ella, tendrá unos 30 años como mucho debe ser una dama de la sociedad por su porte, poco me importaba ella y la maldita sociedad era un monstruo, un maldito caníbal que se alimento de mí.
Sentía su hostilidad, su complacencia consigo misma como si fueran míos y le infundí mi agresividad ella se estremeció ligeramente.
-          lector de mentes y manipulador de esencias me saque la lotería contigo muchacho.
Apreté mis dientes con fuerza todavía seguía indignado por que pensara que yo era un maldito juguete. “es apuesto si, lo reconozco” un eco en mi mente, que provenía desde las sombras, no se que instinto defensivo se activo en mi pero me erguí preparándome para atacar, la segunda vos no destilaba hostilidad como la de mi creadora, pero bien podría ser una pantalla y no me tomarían desprevenido.
“supongo que es una buena adquisición maldita coleccionista” una tercera vos en mi mente, la de un hombre reconocí, por su voz mental. “parece a punto de atacar” decía una cuarta voz, un niño pequeño supuse su mente tenia algo infantil pero, madura a la vez.
-          creo que ya lo sentiste, son tus hermanos de ahora en más.
-          ¿hermanos?
Y señalo a las sombras de la habitación de abajo, no estaba oscuro para mi solo de un color diferente, una muchacha salio del interior con una sonrisa, su piel era igual a la mía, era bella pero, no me llamo la atención, su cabello caía en tirabuzones oscuros, el color de sus ojos era de un gris muy claro, extraño pensé creí que estos monstruos tenían ojos rojos evidentemente me equivoque. Ella tenía un vestido azul muy elegante. Detrás de ella la flaqueaba un muchacho alto se parecían, eran gemelos por lo que obtuve de indagar en su mente, tuvieron tanta suerte como yo, el si tenia ojos escarlatas, vestía un elegante traje de esos que usan los caballeros de la corte francesa, se llamaban Elizabeth y Pierre, cuando tenia 16 años los transformaron, los gemelos malditos eran llamados.
  -  mi nombre es Elizabeth y este es mi hermano Pierre.
Dijo en tono melodioso, como las campanas de viento, y el hermano me mostró ligeramente los dientes, yo le sonreí sabia que si lo enfentraba lo haría puré.
El niño pequeño fue el ultimo en salir, vestía un traje azul algo me decía que era ingles, sus ojos eran de un profundo color carmesí, tenia una joya en sus manos, la cual lamía en los bordes se dejaba ver gotas de sangre fresca pero el no tenia ni una mancha, era un colgante de esas señoras de sociedad me sonrió y sus dientes brillantes quedaron desnudos, el tenia 7 años cuando fue transformado fue un acto de piedad, su cabello chocolate caía desprolijo cerca de su barbilla.
Este mocoso era encantador, su sonrisa tenia hoyuelos, ya podría imaginarme como engaño a la señora a la cual le arrebato el collar, es mas me reproducio la imagen era una veterana de unos 50 años la confundió diciendo que perdió a su madre ella gentilmente lo abrazo y este le arranco la cabeza bebió de su sangre y despedazo su cuerpo en pedazos irreconocibles era totalmente letal. Como jugaba al football con la cabeza de la mujer y tomo su collar, le gustaban los colores brillantes como a cualquier chiquillo. Era un ser peligroso y despiadado sin ningún respeto a la vida humana, si yo lo hubiera conocido en el campo de batalla hubiera servido de mucho, este ser tan frió y calculador.
-          yo me llamo John y soy el menor aunque en muchos aspecto soy mayor que mis hermanos bienvenido al rebaño hermanito.
-          ¿rebaño?
-          No le hagas caso a Johny es un ser realmente sombrío aun para ser un vampiro.
-          ¿vampiro? ¿eso somos?
-          Si ¿no te parece genial?
-          La verdad es que no, esta vida me va a traer muchos pesares.
-          En realidad no, si así lo deseas no ser un monstruo como nuestra madre y hermanos puedes vivir como yo alimentándote de animales.
-          ¿te alimentas de animales?
-          Si no estoy tan satisfecha como ellos pero me mantengo fuerte.
-          Se que te llevaras bien con tus hermanos.
Dijo Mary ann mi madre mientras me abrasaba cariñosamente, no pude evitar sentir asco pero, esta vez su piel no me resulto fría, ahora era como ellos y no había otra forma de vida que pudiera contemplar. No ser un monstruo tratar de ser piadoso como Elizabeth. Ella tenia la disciplina de un siglo y yo era solo un neonato recién nacido. El dolor que me provocaba oler la sangre humana era tan insoportable, ella me decía con su musical voz que me calmara si no doliera no valdría la pena. Elizabeth amaba a los humanos estuvo enamorada de uno hace ya tiempo y no deseaba lastimar a nadie. Era extremadamente piadosa para ser un vampiro. No era lo mismo con su hermano, el era diferente, se alimentaba de la manera tradicional pero, no era malo ni cruel, es mas hasta nos hicimos buenos amigos. Otra historia era con el pequeño John de 254 años, el era cruel calculador, veía al mundo como un gran parque de diversiones, los niños vampiros podían extraer la vitalidad de los humanos, como si les arrancaran el alma. El tomaba todo de ellos no dejaba nada. Era un ser despiadado sin alma, su apetito era a veces por las damas de la alta sociedad pero prefería a las jovencitas, niñas pequeñas de la edad que aparentaba el o chicas jóvenes era un enano morboso.
Jugaba con ellas hasta que se aburría y las dejaba muertas. Tenía la sangre fría y una expresión maliciosa en el rostro de querubín, no entendía mi naturaleza ni la de Elizabeth para el solo eran comida.
-          realmente no te entiendo soldado, tu mataste a personas en el campo de batalla no se a que se debe tanto remordimiento ahora con la raza humana.
-          No es asunto tuyo John ¿estarías mas complacido si me alimentara como tu?
He indague en su mente “realmente no se ¿Por qué sufres hermano? Solo son ovejas es lógico que en la cadena alimenticia el león se alimente de ellas”. Yo no era así no debía serlo.
-          supongo que es tu vida.
¿Vida? Era solo un cadáver deambulando por la tierra errante por el resto de los días perecería cuando este mundo lo hiciera o lo haría cuando un inmortal deseara destruirme. Algunos de los miembros de mi familia eran especiales, tenían dones oscuros como yo, los gemelos malditos por ejemplo. No se les decía así porque si, eran diferentes Ely sentía la unión de las personas y convertía literalmente en hielo a la gente, Pierre podía llevarte hasta la oscuridad absoluta con desearlo producía imágenes aterradoras en la cabeza y también borrar todos tus recuerdos y insertarte otros.
Para mi madre éramos sus adquisiciones más valiosas. No subestimen a John el es especialmente peligroso es un excelente rastreador puede encontrar a cualquier ser de esta tierra nadie puede escaparse de su látigo sangriento es aterrador hasta para un inmortal de mayor categoría, nadie puede manipularlo es muy rebelde. El mato a su madre biológica cuando se transformo y jamás a tenido remordimiento en absoluto, es de temer el seria la personificación del hijo del diablo y sus modales refinados lo hacen más aterrador. No era una adquisición de Mary ann era un niño al cual ella no pudo resistirse.
El momento de demostrar si mi don tenía algún sentido llego, teníamos que visitar a los amigos poderosos de mi madre y realmente eran la realeza en nuestro mundo. Estaba tan nervioso, como nunca en mi vida.
 John estaba como siempre encantador con su traje de gala turquesa y una sonrisa que dejaban ver sus dientes, parado al costado derecho de nuestra madre, Pierre a su izquierda con una sombría apariencia y un traje color negro y detrás de ellos estaba Ely con un traje color rosa bebe y me miraba preocupada por mi reacción ante estos inmortales aterradores y yo solo vestía mi traje azul de gala totalmente nervioso, tratando de parecer normal.
Apreté mis dientes con fuerza e imaginaba un lugar menos hostil pero, era imposible no recordaba ningún lugar seguro y tranquilo desde que me abrí paso a esta vida inmortal.
Un castillo lúgubre alejado de todo ser vivo se extendía al sur de Londres.
-          ¿lo ves no grita morte por todos lados? Como si un aura maligna rodeara el lugar. ¡estos sangre vieja me enferman! Nunca se divierten.
-          Mantén tu boca cerrada John sabes que es necesario.
-          ¿necesario para quien? Solo para ti madre.
-          No sean injustos conmigo.
Miles de pensamientos sombríos invadían las cabezas de mis hermanos, todos recordaban el pasados de lo Vantasel, medusa como le decían a una de los lideres era una de las mas peligrosas en aquel grupo. Poseidón y Zeus eran los mas destacados en sus mentes probablemente las leyendas estaban basadas en sus vidas.
Me reí al meditar sobre esto los demás me miraron como si me hubiera vuelto loco, así me sentía realmente, como un desquiciado que acudía a su propia muerte. Bajamos del carruaje y sentía que estaba a punto de sufrir un ataque de histeria masiva.
Rápidamente controle mis emociones cuando un escolta salio del castillo para recibirnos.
Era un hombre de unos 25 años aunque supuse que tenía más, su cabello era rojizo y sus ojos escarlatas me miro sorprendido “que extraño ser de ojos plateados, y la dama que lo acompaña también tiene los mismos ojos”
Le sonreí y el me miro con su visión periférica. Era divertido saber que hasta para los vampiros le parecía fascinante. Comencé a pensar que no seria tan malo como creía que iba a ser. Nos fuimos silenciosos al interior del castillo. Era mas sombrío adentro que afuera como salido de una historia de Edgar Alan Poe un escenario de
Horror. Perfecto para una parvada de vampiros, nos ofrecieron una especie de banquete, dejo al criterio del lector que clase de comida había en lugar.
-          excelente aroma, un buen cuerpo, el sabor es estupendo, en su punto exacto.
-          elijan ustedes jóvenes amigos va por cuenta de la casa.
-          Hay de todos los sabores, espero puedan apreciarlo.
¿No es aterrador? Como hablan sobre un ser humano, como si fuera una copa de vino o comida. Yo pase no deseaba romper con mi dieta estricta el banquete fue realmente repugnante, todos esos seres alimentándose de jóvenes humanos.
Destrozando su piel quebrando sus delicados huesos, como si fueran pedazos de mantequillas. Comencé a sentir nauseas mientras se me dilataban las pupilas por ver a esos seres nauseabundos comiendo como cerdos la carroña.
Me aleje al ventanal que daba al jardín una dama se me acerco, demonios podía ver sus insinuaciones. “que hombre mas guapo y fuerte” que asco se me revolvían las tripas, con sus imágenes de nuestro encuentro sexual que imaginaba la vampira llamada Lina. Le dije caballerosamente que no le correspondía.
Pregunto si tenía otra persona en mente y yo le dije que no me interesaba nadie y así era. Nunca sentí nada por nadie una amargura invadió mi pecho, jamás ame a nadie como un hombre debía amar a una mujer.
La velada fue realmente alentadora me comporte como un caballero e hice todo lo que tenia que hacer.
No sufrimos ningún tipo de riesgo durante mucho tiempo y nos mudábamos con facilidad al pasar el tiempo límite de nuestra estadía. Aprendí mucho de mi madre y hermanos pronto todos nos volvimos “vegetarianos” era una manera civilizada de vivir sin ningún tipo de riesgo el que todavía se resistía a nuestro estilo de vida era el pequeño John.
Las décadas pasaron como días y yo todavía seguía triste con mis eternas noches sin luna, algunas metas pero, nunca nada que valiera la pena realmente.
Ely se enamoro de un vampiro y abandono el “rebaño” mi madre también encontró su mitad, una vampira me parecía repugnante, mis viejas manera de pensar no habían cambiado. Los únicos que seguíamos solos eran Pierre, el pequeño John y yo, a ellos no les molestaba la soledad como a mí. Pierre tenia sus aventuras era  un súcubo. Y John no le daba importancia se enamoraba de pequeñas humanas pero terminaban muertas y el sufría un tiempo y después se recuperaba para su próxima conquista el único que sufría y seguía intacto era yo.
Los 60 fue un época que repudie todo ese amor libre me enfermaba y mas cuando las estupidas humanas se me ofrecían y yo lo detestaba, nunca vi a nadie que me llamara la atención. En cambio Pierre ese maldito vampiro súcubo lo disfrutaba a menudo veía en su mente imágenes de diferentes mujeres sucumbiendo a sus encantos.
-          ¿Por qué no haces lo que yo hermano?
-          ¿Qué? ¿ser un súcubo?
-          Al menos yo tengo sexo.
-          ¡déjame en paz!
-          Relájate y disfruta.
-          Nadie sobrevive a ese tipo de encuentro tu lo sabes.
-          Que importa es placentero.
-          No seré un súcubo.
-          Bueno pues sigue virgen hermanito.
Y se hecho a reír yo detestaba esto pero si no sentía nada no iba a hacer nada algunas partes de mi cuerpo nunca se despertaron y a este paso no lo iban a hacer. Era un maldito vampiro virgen y no me enorgullecía este hecho. Necesitaba encontrar a alguien pero, talvez esa persona no existía y mi condena era esperar mi agonía solo.

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