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lunes, 24 de enero de 2011

Inmortal, el nuevo alumno


El nuevo alumno



Nos fuimos al instituto estaba feliz y nervioso al mismo tiempo, no sabia que hacer, que decir, que sentir solo tenia la certeza de que necesitaba verla una vez mas. Y allí estaba mi milagro personal y ya no existía el mundo ni el suelo que pisaba, flotaba, si eso sentía que flotaba. 

Mis recuerdos no le hacían justicia era un millón de veces mas hermosa que mis estupidas fantasías. Me robo el aliento su belleza, sonreí  cuando ella me miro, otra ves el campo electromagnético que la rodeaba y la sensación del agujero negro se intensifico. 

Me sentía un títere en sus manos y no me molestaba serlo su rostro se ilumino por un instante con una repentina alegría me sentí esperanzado. Talvez ella también me extraño una milésima parte de lo que yo lo hice. Y ella salio a toda velocidad de la lluvia sonreía con verdadera alegría y me paso de largo me convertí en estatua cuando abrazo a un sujeto que estaba detrás de mi.

Olía de manera desagradable no era humano, parecía uno pero definitivamente no era un humano, había algo de animal en el. El la rodeo con sus manos e inhalo su aroma, era como un ropero, su cabellera era oscura y la llevaba en irregulares mechones que caía sobre su rostro, tenia los ojos dorados como los de una pantera, definitivamente no era humano. 

Su piel era bronceada comparada con la de ella. Vestía unos jeans gastados y una campera de cuero negra, un animal peligroso, con una cadena al costado derecho de su pantalón debería tenerla en el cuello.

-          ¿Cómo has estado pequeño monstruito? ¿creías que te desharías con tanta facilidad de mí?

-          La verdad que no muy bien pero ahora que estas aquí soy feliz devuelta.

-          Yo también te eche de menos, es imposible olvidar a una rompe corazones.

-          Jajaja ¿mi hermano sabe que estas aquí?

-          No ¿creerías que podría estar aquí abrasándote si ese fuera el caso? El siempre es tan temperamental y sobre protector con su pequeña hermanita.

-          Si lo se de todos modos es magnifico tenerte aquí ¿te quedaras por mucho tiempo?

-          Hasta que tú te canses de mi compañía es mas me inscribí en segundo año.

-          Estupendo.

Y caminaron lejos de la lluvia ¿así que este no humano seria mi compañero? Interesante sacaría toda la información sobre mi rival.

  -     ¡que competencia mas dura hermanito!

  -    no me molestes Pierre ya es bastante malo que dos vampiros nos interesemos en ella y ahora un no humano también debe ser una broma, esta niña atrae a las criaturas mas extrañas.

  -    eso dilo por ti mismo y por el no humano yo me siento normal.

  -    tu eres mas raro que todos.

  -    no me hace gracia, es un comentario con mucha mala intención.

Y me reí nerviosamente, ante su expresión  malhumorada. La verdad que toda esta situación me tenía preocupado.  Me senté en mi lugar habitual al lado de la ventana y el apareció con su peste inundando la habitación. Todas las humanas lo miraron sus pensamientos eran ruidosos querían una relación con el nuevo.

 Y este solo tenia a Nashka en su mente y un beso que se dieron en una ocasión me estremecí ligeramente y lo fulmine con la mirada, el le había robado ese beso. Cuando ella cumplió sus 15 primaveras, lo envidiaba el la vio vestida como lo que era una princesa de cuentos de hadas y encima se atrevió a robarle su primer beso. 

Ahora entendía lo de rompecorazones ya que ella había roto no solo su corazón si no el de muchos en Buenos Aires. El corazón de Nashka era como un mar profundo en medio de una tormenta, el chico en el que ella se fijo murió en un accidente de moto, es mas ella manejaba su moto ahora. 

El era más grande que ella y nunca supo que ella lo quería. Desde ese momento el corazón de Nashka se congelo convirtiéndose en un témpano de hielo. Los seres a los que ella amaba sufrían o simplemente morían como este chico al que amo, su padre y su madre que murió al nacer ella. 

Nashka creía que una maldición pesaba sobre sus hombros y se odiaba a ella misma y no se abrió a amar a nadie más. El lo sabía, trataba de apaciguar su dolor pero, no hay cura para un alma que se entierra en la oscuridad. El tomo su asiento enfrente de mí al lado de Clara una chiquilla insulsa que comenzó a tejer fantasías con el nuevo. 

Yo indagaba en su mente buscando mas detalles de Nashka. Su color favorito era turquesa, su música  favorita no estaba definida le gustaban ritmos variados. Era una excelente cantante y en Buenos Aires tenia una banda de rock allí ella tocaba la guitarra y era la voz principal. 

También era una muy buena bailarina, le gustaba escribir como lo había notado y la novela que leí estaba dedicada al amor de su vida. También descubrí algo mas ella disfrutaba de la adrenalina como las picadas o cualquier cosa peligrosa, eso no me gusto en lo más mínimo. 

Tenía un perro labrador que dejo con su mejor amiga Saly en Buenos Aires. Su hermano tenia 22 años se llamaba Marcos y era un persona de temer para los pretendientes era tan alto como este no humano y tenia una mirada de asesino a cualquiera que mirara a su hermanita.

El se llamaba Sebastián y lo odiaba con todas mis fuerzas me pregunto si le causaría el mismo daño que a un humano si lo estampaba contra la pared, me reí sobriamente al imaginármelo. Ella era realmente especial encantadora, inteligente, valiente, decidida, muy impulsiva y con un corazoncito dañado que fácilmente podría reparar yo.

Me canse de la mente de este ser y comencé a monitorear los pensamientos de mi hermano Nashka estaba de pie recitando una poesía con su musical voz. Era de Antonio Gómez Restrepo un autor de antaño en su boca parecían una canción los versos, reconocía este pasaje de memoria pero, era sublime escucharlo de su voz.

-          “Duro recuerdo el pecho me roía,
y a cada semejanza engañadora
el corazón doliente me oprimía;

y el dolor me miraba hora por hora,
cual lluvia melancólica y constante
que el turbio cielo sobre el campo llora.
  
Ni yo te conocía, tierno infante
De nueve y nueve soles, amor fiero,
Cuando por ti se me anublo el semblante.



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